La vida… para muchos de nosotros es tan complicada. Todos tenemos nuestra propia perspectiva de la vida. Ella comienza con amor, demanda amor y siempre busca amor; tan hermoso, tan sencillo, aunque tan difícil de comprender para nosotros.
Arrastrándose dentro del límite de aquellas cuatro paredes, rodeado de papá, mamá y otros miembros de la familia, cuán felices éramos. Cuán entusiasmados solíamos estar viendo las cómicas en TV, recibiendo juguetes, comiendo chocolate, etc.
FRONTERA AMPLIADA
Con una frontera ampliada en la vida y con más amigos a nuestros alrededor, ¡se supone que deberíamos ser aún más felices! Pero, ¿realmente lo somos?
Antes de que desarrollásemos sistemas de educación, buenos medios de transporte y comunicación, etc., éramos felices. Pero ahora, con todos estos avances, ¿por qué no parece que no podemos ser felices?
Habilidad, Juguetes Y Tecnología
Tenemos la habilidad y tecnología para alcanzar el espacio exterior… y sin embargo no podemos desarrollar una tecnología para traer una sonrisa al rostro de alguien. Las necesidades y quereres nos impulsan hacia todos estos descubrimientos y nos llevan hacia el lujo. Estos son los mismos quereres que, en un extremo, se convierten en deseos… deseos ilimitados en los que nos ahogamos.
Nos estamos ahogando deseando más amor, más lujo, más comodidad y más éxito.
Hemos acumulado vastos conocimientos aunque fallamos en comprender la sencilla verdad de la vida: la vida es una travesía y tenemos que aceptar todo lo que nos sale al encuentro. La única manera de sonreír es aceptar lo que somos y lo que tenemos… nunca correr y lamentarnos por lo que no tenemos.
S. G. Vaidya, copyright 2009
Fuente: www.motivateus.com
Animados por la cultura que nos rodea, ¡nos hemos lanzado en búsqueda de un sueño colectivo que jamás lograremos alcanzar porque es irreal! Y es que, como bien dice el autor, la vida nos brinda en medio de su evidente complejidad, la oportunidad de ser felices si la sabemos vivir con sencillez, con una actitud agradecida al Señor por quienes somos (en vez de quejarnos por quienes no somos ó por quienes nos hubiera gustado ser) y lo que tenemos (en vez de lamentarnos por lo que no tenemos ó hubiésemos querido tener).
Enseñemos a nuestros niños que las personas valen más que los juguetes y como adultos aprendamos a no trtar a quienes nos rodean como juguete que se dañan y no se reparan y menos verlos como juguetes desechables.