La vida es un camino lleno de sorpresas. No es un camino aburrido y tedioso si logramos verlo desde la perspectiva divina. Siempre una situación agradable o desagradable puede sorprendernos y, de hecho, nos sorprende. Pero, cada una de esas sorpresas vistas como herramientas de Dios, terminan llevándonos a nuevas dimensiones y a experiencias inolvidables que dan forma a nuestra existencia.
Una transición representa una etapa de cambio, entre una experiencia y otra, que trae como resultado un desarrollo en la vida de la persona. A menudo una transición es iniciada por un tiempo de crisis o conflicto.
Crisis, Conflicto O Cambio
Esa crisis, conflicto o simplemente cambio brusco de trayectoria, puede venir cuando estamos en nuestro mejor momento en la vida, cuando las cosas van viento en popa y el barco parece abrirse camino con seguridad y triunfo ante el majestuoso e imponente mar de la vida; o puede suceder cuando nos sentimos secos, vacíos, dando vueltas en medio de un desierto y con ganas de salir corriendo sin volver a mirar para atrás.
Sólo en el altar de Dios se entienden las transiciones. Abraham entendió sus transiciones en el altar, mientras que Lot, no. Lejos del altar de Dios sólo vemos gente, circunstancias y eventos; terminamos luchando contra ellos y culpándolos. En el altar de Dios descubrimos que detrás de la gente, de las circunstancias y eventos, está la poderosa mano de Dios dándole forma a nuestra vida y ministerio, y llevándonos a la frontera para introducirnos a una nueva tierra de decisiones.
Serafín Contreras Galeano comparte este audio de uno de los capítulos de su libro: “Vidas En Transición”.