Karoshi Y Anhedonia: Bacterias Mortales Del Liderazgo
En la Primera parte de este tema, vimos el caso del Rey Uzías en su carrera desenfrenada de un Líder contagiado por el Karoshi Y La Anhedonia. Su carrera desesperada lo llevó a la lepra y exclusión final.
Hemos dicho que Karoshi es el mal por stress y angustia y sobre trabajo que está matando ejecutivos japoneses.
Anedonia es la incapacidad de experimentar placer. Dios nos ha dado la capacidad de experimentar el genuino y verdadero placer. Es un placer estar en su presencia, es un placer ver como Dios obra, es un placer sentir como Dios nuestra vida para fluir y tocar vidas.
El ministro amigo a quién describí al principio había perdido el placer de estar a solas con Dios por sus múltiples compromisos y proyectos, pero a lo largo de su ministerio Dios le había concedido pequeños y medianos logros, los cuales no logró saborear ni disfrutar, porque un nuevo plan, una nueva construcción y una nueva “visión” llegaron a tocar la puerta de sus desesperación. No había tiempo que perder, había que correr para lograr otra meta más. Uzías experimentó exactamente lo mismo. En su carrera desenfrenada preparó el camino para su auto destrucción.
“Anedonia es no tener alguna cosa en tu vida que mueva tu corazón” Archibald Hart.
El Dr. Archibald D. Hart en su libro Thrilled to Death (Emocionado hasta Morir). Describe esta sensación conocida como la anedonia cuando dice: “Cuando sobrecargamos el centro del placer en el cerebro con seguidos niveles de estimulación sin darnos el tiempo de procesar los primeros, el resultado es un declive en la habilidad de nuestro sistema de placer de experimentar gozo en las cosas ordinarias y simples de la vida”.
Servir a Dios trae grandes satisfacciones. Muchas de esas satisfacciones vienen en paquetes pequeños. Nuestra sociedad nos ha llevado a despreciar los paquetes pequeños de la vida para correr desenfrenada tras los paquetes grandes. Como líderes disfrazamos muchas veces esa perdida de placer por lo que Dios hace en medida pequeña, disfrazando nuestra anedonia con la palabra Visión. Entonces decimos al pueblo que Dios nos ha entregado una nueva Visión. Un nuevo proyecto, Una Nueva Tierra prometida.
El costo de la visión no importa. Al fin y al cabo no somos nosotros los líderes los que la pagamos, sino el pueblo, pero nuestro alto precio es cansancio, stress, noches sin dormir porque hay cuotas que lograr y montos que pagar y nos desgastamos en la almohada buscando el mecanismo como convencer al pueblo de que den más y más. Es una carrera sin fin y sin meta.
“A veces parecemos ratas en una jaula corriendo en la rueda como locos sin realmente llegar a ningún lugar”. Dr Archibald Hart.
La Biblia nos presenta al Señor Jesús alimentando cinco mil personas con un paquete pequeño de unos panes y unos peces en las manos de un niño. El milagro ocurrió. Jesús se tomó el tiempo para saborear el milagro hecho por Dios. Me lo imagino viendo con rostro de satisfacción como los niños. Jóvenes, adultos y ancianos en grupos de cincuenta saciaban su hambre.
Si Jesús hubiese padecido de anedonia, le hubiera dicho a los discípulos hoy alimentamos cinco mil , mañana lo haremos con 10 mil y la próxima semana con 20 mil. No, Él no lo hizo, porque no tenía nada que demostrar y ninguna pista por correr. Es más en Juan 6:22, 24,25,26,60,61,66-69 la Biblia dice que al día siguiente llego la multitud buscándolo y el les dijo estas palabras:
“Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar se dio cuenta de que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que estos se habían ido solos.
Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaúm, buscando a Jesús.
Y hallándolo al otro lado del mar, le preguntaron:–Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
Respondió Jesús y les dijo:–De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron:
–Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: Esto os escandaliza?
Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él.
Dijo entonces Jesús a los doce:
–¿Queréis acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro:
–Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’.
Jesús no buscó más multitudes. No se fijo una nueva meta impresionante. Él mismo en Juan 5 había dicho que el Hijo no haría ninguna cosa sino lo que veía hacer al Padre. Que el Padre le revelaría sus secretos al Hijo.
Cuanto necesitamos nosotros como líderes ser sumergidos en el estaque de la sumisión al Padre para vivir en sus propósitos sin caer en la montaña rusa de las emociones fracturadas por un declive en la capacidad de experimentar placer dado por Dios en lo que él nos permite vivir y lograr.
El Dr. Archivald Hart en su libro Thrilled to Death enfatiza lo siguiente: “ En sus subidas y bajadas en la escala del placer, como el yo-yo, muchos hoy están comenzando a sufrir de un desorden emocional llamado Desbalance hedónico . Esto significa que el centro del placer puesto por Dios en el cerebro para que cuando logres algo o hagas algo bueno y agradable experimentes placer, ese centro ya no está trabajando apropiadamente y esa perdida de la habilidad de sentir placer afecta cada aspecto de nuestra vida, de la sexualidad a las adicciones, de las relaciones a la espiritualidad. Incluso nuestra capacidad de experimentar a Dios a totalidad es seriamente comprometida cuando sufrimos de los que se llama anhedonia.
Un líder anhedonico es aquel que ya ha dejado de disfrutar las pequeñas metas de la vida y ha dejado de saborearlas y ha emprendido la carrera desesperada a lograr más y más y más”.
No tiene esto que ver con detener la capacidad de soñar o ir más allá de los límites ni tampoco con caer en el conformismo y el estancamiento, sino en ir paso a paso en el camino marcado por Dios sin dejarnos arrastrar con los movimientos nuevos que proyectan prosperidad, riqueza, suntuosidad, aplausos y competencia con otros ministerios.
Dios no nos ha llamado a ser Lideres exitosos sino líderes fieles. Fieles a Dios quién nos llamó, Fieles a nuestros dones y ministerios dados por él sin copiar a otros, fieles al pueblo a quién Dios nos llamó a servir y no para que nos sirvan, fieles a la comunidad no creyente quienes miran atentamente a quienes no llamamos representantes de Dios en la comunidad.
Después de 40 años en el ministerio, luego de sufrir de anhedonia algunas veces y considerar lo que realmente vale en la vida, he encontrado que los mejores momentos en el liderazgo es cuando me he tomado el tiempo necesario para ver las cosas pequeñas de la vida como las alas de una mariposa, la flor en el camino, la sonrisa del niño y el alma salvada en el altar sin correr a buscar más números y más proyectos. También he disfrutado de los momentos cuando Dios me reta y desafía a algo que jamás estuvo en mi mente pero si en el corazón de Dios y al aceptar esos retos he visto que vienen de Dios porque él ha provisto todo lo que necesitaba para llevarlo a cabo sin perder el sueño en la noche y manteniendo la sonrisa en el rostro mientras las gotas de lluvia caen en el rostro como una caricia divina.
“Placer es una parte saludable y necesaria de la experiencia humana. Es lo que nos capacita para experimentar la belleza de la vida!”. Dr. Archibald D. Hart.
Reflexionemos ahora para saber si estamos sufriendo de anhedonia:
• Estoy disfrutando el servir a Dios en lo que hago y donde estoy?
• Estoy siendo fiel a lo que Dios quiere realmente que haga?
• En medio de mis compromisos ministeriales estoy disfrutando a mi cónyuge y mis hijos? O el ministerio me está restando tiempo para estar con ellos.
• Tengo tiempo suficiente para descansar y recuperarme del desgaste que me produce el ministerio o estoy corriendo más y más?
• Tu Ministerio interfiere con tu vida personal?
• Está el ministerio destruyendo la vida de tu familia?
• Tu ministerio se está convirtiendo en una prisión? Eres un esclavo de la obra?
• Estoy teniendo tiempo para estar a solas con Dios poniendo mis planes en el altar para que Dios los destruya si es necesario?
• Están las deudas de los proyectos y visiones destruyendo mis noches y robándome los buenos tiempos durante el día?
• Estoy presionando, corriendo y pensado que nuevo evento realizar , conferencia que dar para lograr el dinero de ganancia que me permita seguir sosteniendo mi sueño anedonico?
• Esta la gente que me rodea experimentando cansancio por el ritmo de exigencia y trabajo que les he impuesto?
• Es lo que hago la única fuente de placer?
• Entonces cada una de estas respuestas me dirá si es tiempo de parar, enfocarme, recomenzar, desconectarme de sueños y proyectos, metas e ilusiones para conectarme con Dios y con la gente.
Que Dios te siga sosteniendo el resto del camino, es el deseo de su hermano y amigo.
Dr. Serafin Contreras Galeano.
www.serafinconreras.com