“El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos.
Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre. Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré,
porque tú estás a mi lado”. Salmo 23:1-4
Promesa Arraigada
La paz que Jesús nos ofrece, como nuestro Pastor divino, es una promesa y realidad profundamente arraigada en la fe cristiana. Al reflexionar sobre esta paz, es esencial contemplar la metáfora del pastor, tal como se presenta en las Escrituras, especialmente en el Salmo 23 y en el Evangelio de Juan, capítulo 10. Jesús mismo se identifica como el “buen pastor”, destacando una relación íntima y cuidadosa con cada una de sus ovejas, es decir, sus seguidores.
No es Ausencia De Conflicto
La paz de Cristo no es meramente una ausencia de conflicto en el sentido mundano; va mucho más allá, ofreciendo un sosiego y seguridad eternos que trascienden las circunstancias exteriores.
Esta paz es posible gracias a la confianza plena en su cuidado y provisión, sabiendo que, como un pastor conduce a sus ovejas a pastos verdes y aguas tranquilas, Jesús nos guía hacia lo que más beneficia nuestro espíritu y nos protege de los peligros.
Amor Sacrificial
Esta paz se fundamenta en el amor sacrificial de Jesús, quien, como buen pastor, da su vida por las ovejas. Este acto supremo de amor no solo asegura la salvación eterna para aquellos que le siguen sino que también brinda una paz inquebrantable a los corazones afligidos por las pruebas de este mundo.
En Juan 14:27, Jesús promete esta paz a sus discípulos, diciendo: “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden”.
Entrega Diaria
Vivir en la paz que Jesús ofrece implica una entrega diaria, un dejar que Él nos guíe por sendas de justicia por amor de su nombre, incluso cuando estas pasen por “valles de sombra de muerte”. La confianza en su presencia constante y protectora es lo que permite a los creyentes enfrentar la adversidad sin perder la paz interior.
En última instancia, la paz del Pastor divino es un reflejo del reino de Dios ya presente entre nosotros, un anticipo de la plenitud de paz que se experimentará en su presencia eterna. Como seguidores de Cristo, somos llamados a ser portadores de esta paz, extendiéndola a un mundo quebrantado a través de actos de amor, misericordia y justicia, siguiendo el ejemplo de nuestro Pastor.
Por tanto, la paz que Jesús, nuestro Pastor, nos da, es un tesoro incomparable, un refugio en medio de las tormentas, y un faro de esperanza que ilumina nuestro caminar en este mundo hacia la eternidad con Él.
COn amor de tu hermano y amigo
Serafín Contreras Galeano
Master Coach En Salud Mental
Entrenador en Salud Cerebral
Licenciado por el Dr. Daniel Amen
Escriba a: contacto@serafincontreras.com