Cuando El Ratón Se Muere
Mi esposa me dijo cuando llegué a casa que ella ya no soportaba el olor nauseabundo. Inmediatamente comencé con mi poca experiencia forense a buscar el posible ratón que había muerto y lo encontré en el cielo raso de la cocina. Ese día entendí que posiblemente un ratón había muerto.
Cuando algo muere hay que enterrarlo. Nada es eterno, salvo la vida que el Señor ofrece. Todo lo demás muere. Se mueren las finanzas, las personas, las épocas, las relaciones, la salud, el trabajo, las posiciones.
Cuando algo muere… No debemos parar.
Cuando algo muere en la vida, no debemos parar. Hay que buscar el ratón y enterrarlo.
He encontrado muchos que prefieren vivir el resto de sus vidas con el olor nauseabundo del lamento, la queja y
la victimización; y cuando eso pasa la vida deja de fluir. Se quedan en la esquina de la existencia, sin procesar el quebranto, ignorando que cuando algo muere es porque hay otro algo que quiere vivir.
Simplemente Ha Muerto
El Señor le dijo a Josué́, en el capítulo 1 de Josué́:
“Mi siervo Moisés ha muerto… ahora sube tú a la tierra que os he entregado. Josué́, la vida no para. A Moisés lo entierras y tú sigue adelante”.
Nos gozamos con promesas en la Biblia que nos alientan, pero ignoramos a veces la antesala de las promesas. Una de esas promesas que nos alienta está en Jeremías 29:11:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz y no de mal,
para daros el fin que esperáis”.
LA ANTESALA
Maravillosa promesa, pero no miramos la primera palabra de este verso que acabo de citar: “Porque”. Esta palabra es un puente entre una antesala y la promesa. Toda promesa tiene una antesala, una razón de ser promesa. Es una promesa que llega cuando el ratón se muere. Veamos los primeros versos del mismo capítulo y entenderemos el porqué de la promesa.
PORQUÉ EL RATÓN DE LA LIBERTAD MURIÓ
“Así ha dicho el Señor de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia”, Jeremías 29:4.
El pueblo había sido llevado cautivo, estaban llorando el estar en tierra extranjera y el haber perdido casas, propiedades, familia. A ellos es a los que Dios les hace la promesa, pero lo que les dice en este verso 4 es: “el ratón de la libertad murió́”. Nada sucede sin el permiso de Dios. Fue Dios el que los hizo transportar a Babilonia.
El pueblo necesitaba no solo tomar la promesa sino ver el contexto en el que se dio.
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Serafín Contreras Galeano